COMPETENCIA: Escucha y cuenta relatos literarios que forman parte de la tradición oral
APRENIZAJE ESPERADO: Escucha, memoriza y comparte poemas, canciones, adivinanzas, trabalenguas y chistes
Caperucita
roja.
En
un lejano poblado había una vez una niña que se llamaba Caperucita Roja,
un día su mamá le dijo que fuese a casa de su abuelita porque estaba
enferma porque le tenía que llevar una cesta con chocolate, azúcar,
pan y dulces para que así se recuperase más rápido.
Antes de partir, la madre le dijo que llevase mucho
cuidado por el bosque y no se entretuviese ya que se encontraba el temible lobo
feroz. Un rato después de estar caminando, Caperucita se encontró con el lobo,
el cual le preguntó a caperucita dónde iba.
Caperucita le dijo que iba a llevar la cesta a casa
de su abuela. En ese momento, el lobo le retó a hacer una carrera por
dos caminos distintos. El cogería el camino más largo y le dejaría a ella el
más corto para darle ventaja.
Caperucita aceptó y comenzó la carrera. Antes de que
Caperucita llegase a la casa de la abuelita, el lobo ya había llegado y se
había comido al abuelita. Al entrar caperucita vio a su abuela tumbada en
la cama. Fue entonces cuando se acercó a abrazarla y le dijo:
- Abuelita,
que ojos más grandes tienes.
- Son
para verte mejor.
- Abuelita,
que orejas tan grandes tienes.
- Son
para oírte mejor.
- Abuelita,
abuelita, que nariz tan grande tienes.
- Es para
olerte mejor.
- Abuelita,
que boca tan grande tienes…
Y en ese mismo instante, el
lobo se abalanzó sobre ella diciendo “¡Es para comerte mejor!”. Por
mucho que Caperucita roja intentó escapar, el lobo se encontraba cada vez más
cerca.
Durante su huida gritaba con el objetivo que alguien la pudiese escuchar
para que le ayudase, y así fue ya que por la zona había dos cazadores que se
acercaron a ver qué pasaba y al ver lo que ocurría le dispararon al lobo
malvado.
Seguidamente sacaron a
la abuelita del interior del estómago del lobo y Caperucita se dio
cuenta de que nunca más debía desobedecer a su madre pues hay que hacer caso a
las personas mayores ya que por su experiencia son más sabías y siempre nos
dicen las cosas por nuestro bien.
Y colorín colorado, ¡Este
cuento se ha acabado!
La karaba.
Había
una vez un establo muy viejo y mugriento. El lugar siempre estaba lleno de
polvo y tenía un aspecto bastante tétrico algunas veces incluso, daba
mucho miedo entrar allí porque nunca sabía qué tipo de animal te podía salir
o si habían entrado a robar.
Sin embargo, un buen día, en
ese espacio mugriento y lleno de polvo que tan poco atrayente resultaba, se
colgó un cartel en la puerta en el que ponía lo siguiente: “La Karaba, se
ve por cuatro cuartos“.
El lugar seguía siendo el
mismo, nadie lo había pintado ni limpiado ni nada de eso pero en esta ocasión,
a pesar de estar completamente tapiado y de tener ese aire terrible a viejo,
llamaba mucho la atención porque el cartel creaba mucha curiosidad en el
ambiente.
De esta forma, había muchas
personas que se acercaban casi sin quererlo al establo para ver más de cerca qué es lo que allí se guardaba y por
qué se había puesto ese cartel ahora tan de repente.
Mujeres y hombres incluso niños de todas partes del
mundo se acercaban con su dinero para entrar a ver ese misterioso animal
llamado “La Karaba” Algunos venían atraídos pensando que iban a ver un animal
extraño, muy feo y tenebroso o incluso que encontrarían un especie extraña del
África más profunda.
Cuando llegaban a la puerta, un gitano les esperaba pidiendo el dinero
y levantando la cortina para que todos pudieran ver a aquel animal. Cuando
pagaban los espectadores y se disponían a ver qué había tras las cortinas se
encontraban con una mula muy vieja y bastante sucia que no tenía ganas de ver a
nadie.
En ese mismo momento el gitano
decía a todos los espectadores: “Esta es la Karaba, porque antes araba y ahora
ya, no ara”
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